Homenaje UAM: Emilio Restrepo Aguirre
Durante la celebración de los 45 años de la Universidad Autónoma de Manizales, se rindió un homenaje al miembro del Consejo Superior de la UAM: Emilio Restrepo Aguirre. Con este tributo, reconocemos el legado de estos visionarios, cuyo esfuerzo y compromiso han dejado una huella indeleble en nuestra institución. A continuación, se presentará una semblanza de su vida realizada por el Dr. Néstor Buitrago Trujillo.
Homenaje UAM: Emilio Restrepo Aguirre
Corría el año de 1978 cuando conocí, como estudiante, a Emilio en la Especialización en Finanzas que, en ese entonces, dictaba la Universidad EAFIT en Manizales. Desde ese encuentro casual hasta su partida, fue mi amigo del alma. Esa afortunada circunstancia sirvió para que yo me acercara y empezara a conocer a ese maravilloso ser que fue Emilio Restrepo Aguirre. Mi compañero de estudio durante toda la Especialización, incluidas trasnochadas y algún que otro madrugón. Así aprendí a conocer esa alma diáfana, esa inteligencia privilegiada y, sobre todo, esa voluntad férrea de servicio.
Emilio comenzó su carrera profesional como Administrador de Empresas, prestando sus servicios en la Cruz Roja de Caldas y en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar Regional. Posteriormente, a principios de los años 80, se vinculó al proyecto que llenó su vida: las Cajas de Compensación Familiar. Primero como Subdirector y luego como Director de la Caja de Compensación del Comercio, CAJACOM, que rápidamente, en el año 1984, se fusionó con la Caja de Compensación Familiar de Caldas, por mucho tiempo denominada Confamiliares, hoy CONFA. Inició entonces como Subdirector de esta unión y, luego, fue su Director desde 1993 hasta el año 2012, cuando cumplió su edad de jubilación. Dedicó 29 años con pasión a las Cajas de Compensación y, en particular, a nuestra entrañable CONFA.
Para Emilio, quien tenía una sólida formación humanística, su compromiso con Confamiliares fue más allá de ser un excelente Director. Para él, el desarrollo e implementación de los servicios de la Caja, llevándolos a un grado de excelencia, se convirtió en su plan de vida, en su razón de ser. Emilio fue un apóstol del sistema de compensación familiar, que, como bien lo expresa una de sus cercanas colaboradoras, es "la fórmula mágica para ayudar a los que más lo necesitan".
Este gran señor, un afortunado día del año 1996, aceptó ser miembro de la Asamblea de Corporados de la UAM, la que prontamente lo eligió como uno de sus representantes al Consejo Superior, donde ejerció con brillantez y gran dedicación sus funciones hasta los últimos días de su vida. Y es que Emilio, dentro de su gran ideario de servicio, tenía en primerísimo lugar un alma de maestro. Y lo fue durante largos años en la Universidad Nacional sede Manizales, así como en la Universidad de Manizales, desde donde contribuyó a la formación de miles de alumnos, a quienes no solo les entregó su conocimiento y experiencia en las ciencias administrativas, sino que, muy especialmente, les formó en la aplicación ética de dichos conocimientos, ya que estaba convencido de que la espina dorsal de una sociedad que se respete y pueda progresar sostenidamente requiere, por sobre todo, directivos que obren dentro de los más exigentes cánones éticos.
De Emilio podríamos contar muchas de sus excelentes realizaciones en Confamiliares, hoy CONFA, y de sus aportes a Asocajas, de la cual fue presidente de la Junta por varios periodos. Pero hoy quiero recordar y agradecer su devoción y compromiso con nuestra UAM, pues no solo perteneció a su Asamblea General y a su Consejo Superior, sino que se comprometió siempre con dos Comités del Consejo, el Económico y el de Mercadeo, a los que nunca faltó, aportando siempre, con pasión, sus brillantes ideas.
En síntesis, se puede afirmar con toda verdad que Emilio Restrepo fue un paradigma de honestidad mental, compromiso y lealtad, puesto siempre todo esto al servicio de la comunidad. No podría terminar estas palabras sin resaltar la sabia enseñanza que Emilio siempre tuvo, a flor de labio, para invitar a la acción y evitar la cómoda fórmula de la preocupación. Decía con fuerza y convicción: "No se preocupe, ocúpese". Y a fe que ese lema siempre lo practicó.
Para Ligia Mejía, su esposa, y para sus dos hijos, Sandra y Andrés, va este reconocimiento agradecido por haberle siempre alentado en su devoción por este benemérito claustro.