En el marco de su práctica empresarial en la Armada Nacional, la estudiante Catalina Daza Giraldo, del programa Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales (UAM), nos cuenta la importancia de los mares en la academia.

Dentro de mis pasantías he descubierto la importancia de los mares desde la academia, y como para Colombia, no solo es un privilegio tener dos mares, sino también una garantía para nuestro desarrollo y subsistencia futura, así como un reto y compromiso con la comunidad internacional.

Por: Catalina Daza Giraldo -Corresponsal UAM- del programa Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales

A lo largo de este año, he aprendido que es un privilegio para Colombia contar con dos mares, ya que los retos que se presentan en los espacios marítimos y oceánicos están estrechamente vinculados a la geografía y a las tensiones de la geopolítica. He llegado a la reflexión de que el mar, también es el comienzo de toda geopolítica, ciencia que en las dos últimas décadas ha tomado creciente importancia como método ideal para interpretar las complejidades y los desafíos que presentan las relaciones internacionales. Ahora bien, en la consolidación del poder mundial actual, tanto las antiguas potencias europeas como las emergentes, desarrollan estrategias de proyección desde el mar.

De primera mano, he evidenciado que los Estados suramericanos tienen un potencial estratégico y de desarrollo importante en los mares, sin embargo, carecen de talasopolítica, el estudio del espacio marítimo como componente territorial de un Estado. Y la importancia de la misma radica en que estudia el espacio marítimo como ámbito de la jurisdicción estatal y su relación con la toma de decisiones.

He ido desarrollando la idea, y reforzándola en la Armada, de que la delimitación marítima va más allá de trazar una línea que divida la soberanía de un Estado sobre otro, por el contrario, estas delimitaciones enmarcan la evolución de las relaciones de poder, y la historia de las relaciones exteriores, jurídicas y políticas entre ambos Estados. De ahí se desprende que las necesidades políticas, para garantizar la seguridad marítima y el orden público en el mar y en tierra, connotan el luchar contra la emergencia y contingencias de posibles amenazas en el orden oceánico, como el tráfico ilícito de drogas, armas, trata de personas, piratería, el terrorismo marítimo, entre otros más.

Por otra parte, he estudiado cómo la supremacía marítima y náutica de las grandes talasocracias, a lo largo de la historia, han permitido comprobar que el control de los océanos es y será un factor estratégico, determinante para el desarrollo y poderío de los mayores imperios que han existido sobre la faz de la tierra. El Imperio Ateniense y el Mare Nostrum del Imperio romano en la Edad Antigua; las grandes Ciudades-Estado marineras de la Edad Media como Venecia y Génova; los imperios portugués y español en la Edad Moderna de los grandes descubrimientos; y los imperios coloniales de la Edad Contemporánea como el británico y el francés, son la demostración de la gran influencia del mar en el surgimiento y auge de los imperios más grandes de la historia de la humanidad.

Como conclusión final, sé que los mares son espacios de libertad, de responsabilidad y de misterios. La vocación marítima está determinada por la visión que los pueblos tienen de sus espacios oceánicos y la relación que logran establecer con ellos, esta visión ha sido y es poderosa en algunos Estados, sin embargo, está ausente o es débil en otros.